Desde que empecé a usar WordPress allá por el 2008, una de las cosas que más me gustó siempre fue lo fácil que es tomar cualquier theme o plantilla, y modificarla al gusto de cada uno, incluso sin saber nada de programación. Un poquito de prueba y error, alguna búsqueda amiga en Google, y cualquier theme puede ser el esqueleto para algo completamente diferente.
El problema, claro está, es que «prueba y error» puede significar muchas veces «rompimos todo», y cuando se trata del sostén de nuestro sitio web, esa es definitivamente una mala noticia. Y ni hablar de cuando uno le dedicó horas y horas a personalizar una plantilla, solo para que el desarrollador, en su infinita bondad, libere una actualización, y ¡zas!, todo el trabajo hecho se deshace.
Pero tranquilos, que no estamos solos en esta tarea y para eso existen los «child themes«, o «temas hijos», que son la forma correcta de modificar cualquier plantilla de WordPress. Y por «correcta» no solo me refiero a que es lo recomendado por diseñadores y desarrolladores por igual, sino que, a la larga, te va a ahorrar varios dolores de cabeza.
¿Qué es un child theme?
Es una plantilla que, por su funcionalidad, «hereda» todas las características de una plantilla «madre» (¿o padre?) que elijamos. En blanco, un child theme replica todo el código de su madre pero sin modificarlo en absoluto. De esta forma, los cambios que vayamos haciendo en el hijo no afectan el núcleo, y esto permite actualizaciones simples cuando las haya disponibles.
En estos casos estamos hablando de cambios que incluyan nuevas funciones, o nuevos códigos HTML, PHP, javascript, etc. Y no de cambios meramente visuales, que podrían hacerse con una plantilla CSS adicional. Para los que no estén familiarizados, digamos que los primeros códigos nos marcan la estructura y funciones de una plantilla, mientras que el CSS marca cómo se ve. Como si cambiásemos una cortina blanca por una naranja, por ejemplo,
Ventajas y desventajas
Como mencionábamos anteriormente, una de las ventajas de usar este tipo de plantillas tiene que ver con la facilidad para poder actualizar un theme que no desarrollamos nosotros mismos, sin perder los cambios que hayamos implementado.
Además, si la plantilla madre es poderosa, podemos extenderla y flexibilizarla mucho para lograr el resultado que imaginamos, sin tener que armar un theme desde cero.
Y como si eso fuera poco, la plantilla madre es un buen respaldo en caso de que le pifiemos a alguna línea en el código del hijo.
Si tuviese que hablar de desventajas, definitivamente tendría que mencionar que aprender a hacer un child theme, y entender en profundidad la dinámica de los mismos, lleva su tiempo. Tiempo que considero una gran inversión, sí, pero del que no todos disponen de inmediato.
Además, tenemos que comprender bien qué tipo de plantilla madre estamos usando, para poder modificarla luego –algo que nos salteamos cuando lo diseñamos desde cero, ya que es nuestra propia creación.
Por último, y al igual que sucedería si usásemos una plantilla de terceros directamente, dependemos de que los desarrolladores sigan teniendo ganas de actualizarlo y mejorarlo, cosa que pueden dejar de hacer en cualquier momento. Pero esos son riesgos con los que la mayoría de los que no hacemos nuestros propios templates desde el principio podemos vivir.
¿Les picó el bichito del interés? Entonces en nuestro Codex de WordPress amigo podrán leer todo lo que necesitan para implementar sus propios child themes.