¿Te pusiste alguna vez a pensar cuánto vale todo lo que guardas en «la nube»? Tus contactos, emails, archivos personales o incluso de tu empresa. Fotos, videos, audio. Tomémonos un minuto para pensar el daño tremendo que nos haría perder esa información.
Ahora, te invito a pensar si estás tranquilo sabiendo que todo eso está resguardado solamente por una contraseña alfanumérica. Te dio un nudo en el estómago, ¿no?
Lo cierto es que hoy en día, con la importancia que tienen todos esos «valores» digitales, a nadie puede perdonársele el pecado de no intentar, al menos, tener todo lo más protegido posible. Y una de las formas más simples es usando la bendita «verificación en dos pasos«.
Estrictamente hablando, esta doble verificación consiste en tener dos métodos separados pero dependientes uno del otro, para poder acceder a un determinado sitio web o servicio. Uno de esos métodos es, clásicamente, la vieja y querida contraseña (que quiero creer que a esta altura de la vida no hace falta explicar que debe contener letras, números, y caracteres especiales).
El segundo paso dependerá mucho de las opciones que te den los servicios (como Facebook, Google o Dropbox, solo por nombrar un par de los más populares), y también de los que decidas implementar para tu propio sitio web.
Algunas de las opciones más comunes son:
- El envío de un SMS o llamada a tu teléfono: te envían un código adicional para que ingreses después de haber puesto tu contraseña. Es la opción más disponible para todos, pero al mismo tiempo nos limita si estamos de viaje en el exterior, o si el servicio de telefonía local no es del todo confiable.
- Aplicaciones como Google Authenticator: mi favorita, aunque depende de un smartphone y conexión a Internet. Vinculando tu servicio a esta aplicación, solo hay que abrirla cuando se nos pida el código, y la misma lo genera en el momento, para que lo ingresemos donde corresponda. Mientras haya 3G o Wifi, no importa en qué parte del mundo estemos.
- Llave de Seguridad USB: la más fácil de todas, ¡si es que no la perdemos! Estos pequeños dispositivos parecen pendrives diminutos, pero en realidad no almacenan información, sino que funcionan como verdaderas llaves físicas, que insertamos en la notebook o PC al momento del segundo paso de verificación. Sus única contra: no nos va a servir para tablets o smartphones.
- Códigos manuales: si todo lo anterior falla, algunos servicios como Google ofrecen la posibilidad de crear largos códigos manuales que uno puede imprimir o anotar, y llevarlos encima en caso de que estemos imposibilitados de usar cualquiera de las opciones anteriores. Muy rústico, sí, pero a mí me ha salvado en más de una oportunidad.
Estas son solo algunas de las opciones disponibles, que nos garantizan que si alguien obtiene nuestra contraseña, igual no podrá entrar en los servicios que usamos.
Les recomiendo que, si no lo tienen habilitado en los servicios que más usan, empiecen a investigar opciones y elegir las que mejor vayan con su estilo de vida. Y así se va a aflojar ese nudo en el estómago.